MI AMIGO GAY
Como toda soltera moderna , mi mejor amigo es gay. Nos
conocemos desde la facultad y es una de las personas más buena y geniales que conozco.
El me llama cariñosamente “Puti” y yo a él “Mi lexatin con patas”. Tenemos esa
confianza y cercanía tan difícil de conseguir y que tanto bien me hace. Así como existen
personas que te roban la energía, él es capaz de transmitírtela aun estando a
cientos de kilómetros.
Estoy convencida que él, al igual que yo equivocamos la carrera. Si yo debería haber sido periodista, el debería haber sido psicólogo. Yo no tengo claro que tal periodista hubiese sido, pero estoy segurísima que él hubiese sido un maravilloso psicólogo. Es de ese tipo de personas que tienen la capacidad de llegar a todo el mundo: desde el niño de 6 años, hasta la anciana de 80.
Tenemos muchas cosas en común; sobre todo nuestra
pasión por la moda y los chulazos , así como nuestro gusto por la estética y todo lo que
huela a diseño. Esto último por simple deformación profesional.
También nos unen
nuestras adiciones: mientras él es zapatoadicto, yo soy bolsoadicta. Los dos
estamos de acuerdo que estas adiciones esconden carencias , pero no nos
flagelamos por ello sino que las
aceptamos plenamente , loreal porque nosotros lo valemos. Como el mismo dice los enfermos no somos nosotros sino los demás, porque aquel que no sucumba a la
llamada de la diosa publicidad , para que engañarnos, algo raro le pasa.
Gracias a él he descubierto el ambiente gay: desde los
locales más “in” donde van los guapos tipo Jesús Vazquez a los antros de transformistas rollo Carmen de
Mairena .En todos ellos nos hemos divertido mucho.
Dos veces al año quedamos
para hacer terapia presencial mientras nos recorremos el centro de Madrid o nos asoleamos en la
playa. Aprovechamos para hablar de lo
humano y lo divino y nos reímos de todo y de todos. Nos imaginamos que somos tan
sumamente cool que algún día cerrarán una de esas tiendas de Serrano ,en las que solo nos atrevemos a mirar el escaparate, solo para nosotros dos.
El resto del tiempo , nos seguimos por Facebook, donde el
escribe poéticas y enigmáticas frases y yo escribo un poco lo que me sale de
dentro ese día. De vez en cuando
hacemos partylines telefónicos en los
cuales, por regla general ,yo le hablo de mis múltiples crisis existenciales y
el me psicoanaliza. Me dice maliciosamente que yo quiero ser Carrie Brawdsah pero que me quedo en Briget Jones. Me temo
que no puedo más que darle la razón.
Mi amigo tiene la teoría de que hasta los cuarenta no
aparecerá el amor de nuestra vida, y que hasta ese momento es necesario
pasar por varias pruebas y errores que nos preparán para el acierto.
Le digo, que sinceramente, yo ya empiezo
a estar un poco cansada de tanto experimento.
También he aprendido que los gays tienen los mismos problemas a nivel
sentimental que un heterosexual cualquiera. Esto último es sin duda lo que más me ha
podido llamar la atención ;y lo que ha hecho que no de rienda suelta a mis posibles
instintos lésbicos. Porque haciendo un ejercicio de introspección crítica, si
ya me es difícil conectar con un hombre , me imagino la locura que tiene que
ser intentarlo con otra como yo.
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