No me gusta mucho la Navidad, sólo me gustan los Reyes Magos,
o al menos la idea de magia e ilusión que representan .De buena gana hubiera
matado a aquella pequeña furcia de 8 años cuando me soltó a bocajarro que los
reyes eran los padres. Ese fue mi primer contacto con mi lado oscuro. Pero
mejor dejamos mis traumas , que son muchos y variados, para otra entrada.
Lo que pasa es que no
me da la gana de ser feliz porque lo diga el Corte Inglés. No quiero ser caritativa
por acallar mi conciencia 20 días al año y nunca estuve cómoda en el papel de
oveja más.
Lo reconozco, me gusta llevar la contraria, y como mi adorada Mafalda llevé algún que otro bofetón por preguntar demasiadas veces el porqué de las cosas. Sea como sea, probablemente me pilles más bondadosa y generosa un 31 de agosto, por decir algo.
Por ello me niego a spamear el video de la elfa cantarina, y
sinceramente me importan un bledo tus felicitaciones a base de emoticonos si
antes no estuviste. Más visitas y menos whatsapp.
A lo que iba que me disperso: yo estas navidades las estoy
dedicando a la limpieza. A la limpieza de personas. Los buenos propósitos los dejo para septiembre, tal vez recuerdo de
mi vida escolar. Respecto a los buenos sentimientos, muchos o pocos, mantengo
los del resto del año.
Esta limpieza de la que os hablo empezó hace unos meses cuando perdí la agenda
al cambiar de móvil. Durante 2 días presa del pánico, intenté recuperarla por
todos los medios. Cuando finalmente desistí ,empecé a sentir una especie de
ligereza. Sin ningún esfuerzo he ido recuperando los números que realmente deben de
estar y me he dado cuenta que los demás ,sobraban sin más.
Imaginaros viajando
por vuestra vida con una mochila. Ahora meter en esa mochila todas las cosas y
las personas que os rodean. Probablemente llegareis a una conclusión: pesa demasiado
y así es imposible viajar.

Claro que estas
limpiezas no son tan placenteras como una limpieza de cutis , se parecen más a
una limpieza de colon. Pero una vez que la llevas a cabo descubres que eran
totalmente necesarias , no sólo para poder seguir avanzando sino para dejar
hueco a personas nuevas.
¿Borde? No, sólo excesivamente
directa . Yo soy así , y así seguiré, nunca cambiaré….. que cantaba Alaska en
los ochenta.