La figura de la Otra ha existido siempre en las culturas
monógamas. Incluso en muchas épocas históricas esta era institucional:
sólo hay que recordar las concubinas, las cortesanas o las meretrices oficiales.
En España , el adúltero por excelencia era el cacique, el
señor o el señorito, y la Otra la criada o cualquier otra mujer de clase más baja, incluso eran muy común tener hijos con ella ; en ese caso la mujer estaba deshonrada de por vida. A partir de los años 60 ,con el aperturismo y la liberación sexual, siempre
que la situación económica lo permitiese, la otra pasó a ser "la querida" y se le ponía un pisito
céntrico. Cuando el adúltero es presidente de Francia , la cosa tiene un carácter normalizador e incluso glamuroso. Y finalmente
algunas y algunos han hecho de él una
forma de vida: son los “rompematrimonios profesionales”.
Curioseando por la red sólo encuentro contraindicaciones y razones para no ser “la Otra”: que minará tu autoestima, que serás una segundona , que vivirás en la clandestinidad, que casi nunca dejan a la oficial por ti y un largo ecétera. Solo encuentro una tímida ventaja: es cómodo para aquellas que buscan sólo una aventura sin ningún compromiso.
Ultimamente algunas
amigas y yo misma hemos recibido la oferta de ser “la Otra”. Asique el objeto
de esta entrada es analizar un fenómeno muy viejo pero a mi parecer , con un
matiz nuevo que pronto os desvelaré.
En mi caso, la oferta vino de un conocido. A veces puedo parecer listina pero creedme en
algunos momentos Candy Candy mi lado podría pasar por una bruja, y en un primer momento me quedé bastante estupefacta; asique le pregunté si lo habia dejado con su novia. Me respondió que no. Cuando le mostré mi enfado , me dijo que estaba sacando las
cosas de quicio. Acabáramos, a ver si me he vuelto una puritana y no
me he dado cuenta, pensé..
Si esto hubiese sido un hecho aislado pensaría que se trataba
de una paranoia mía más. Pero una amiga me cuenta que tiene un amigo casado y con un hijo, que le ha hecho una y
mil veces la misma proposición. Ante la pregunta de ella de si aún quiere a su
mujer , el afirma que sin duda alguna si.
Otro caso: una amiga ha conocido a un tio a través de otros amigos. Él sale con una chica que vive a 600 km. También afirma estar enamorado de ella, pero persigue a mi amiga siempre que puede.
Llego a la conclusión de que el matiz nuevo del que antes os
hablaba, es que ahora los hombres ya ni
siquiera se molestan en contar las historias típicas: la crisis pasajera o el
amor que se acabó de tanto usarlo . Sólo la más sincera respuesta : mejor el dos por uno. Alguno
pensará que esto es incluso un punto a su favor, ya que no existe engaño para
la Otra, y si tu accedes sabes lo que te espera. Puede ser, pero a la vez yo
también observo una gran desfachatez, y una ausencia bastante alarmante de cualquier valor.
Parece ser que el adulterio , no solamente ha dejado de estar penado por ley, sino que ahora no parece ni siquiera estar penado moralmente. O al menos así lo creen ellos.
No quiero dar lecciones de ética, ni ser juez ni parte, allá cada cual con su conciencia. Tampoco puedo echar mano de la
moral cristiana porque soy atea. Pero sinceramente a veces echo de menos una vuelta a los 10 mandamientos
. En concreto al 8, el de No mentirás.
Si ser la Otra ha pasado a ser algo socialmente aceptado, yo
no me enterado. Como soltera que tiene que vivir en estos tiempos revueltos,
pediría,ya no un anuncio en el BOE; pero
sí al menos un reportaje en la
Cosmopolitan. Todo sea para que una sepa a qué atenerse y no la pillen
desprevenida.
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